Daniel Delgado Lorenzo
EL MIEDO A HABLAR EN PUBLICO
Cuando nos dirigimos a un grupo, estamos ante unas personas con necesidades, intereses y problemáticas, diferentes. Es como estar ante un interlocutor que tiene muchas cabezas.
Naturalmente, esto nos produce cierta incertidumbre y dudas sobre el resultado que deseamos alcanzar con la presentación.
Aceptar una dosis de miedo
Hasta el actor más veterano experimenta tensión y angustia antes del estreno de su obra. Esa tensión es fruto del interés que se tiene por realizar la labor bien y consecuencia de un mecanismo de adaptación.
Ante situaciones de estrés, el cuerpo segrega adrenalina para facilitar una mayor capacidad de respuestas ante posibles situaciones imprevistas. Es una especie de dopping natural que nos prepara para actuar más eficazmente.
Conviene empezar por comprender la situación y desdramatizar ese temor, pues el efecto negativo de este estado anímico es considerarlo como algo pernicioso y producirse el efecto de una espiral, que va hacia adentro, Ej. : estoy nervioso, no es bueno, no debo estarlo, voy a perder el control.
Al seguir este proceso mental, me noto más nervioso y la espiral se empieza a cerrar.
Hay que cortar ese proceso, empezando por considerarlo normal, como algo positivo que me permitirá reaccionar más ágilmente con esta especie de precalentamiento. Hay que liberar un poco de presión para que los nervios sean nuestros aliados.
Le proponemos una serie de sugerencias:
- Recabe la máxima información posible sobre los asistentes, sus necesidades y sus expectativas.
- Prevea las posibles preguntas, dudas y objeciones que puedan surgir.
- Elabore un guión / chuleta de su presentación, para recurrir a ella, si fuera necesario.
- Asegúrese de que la sala de la presentación está adecuadamente equipada: medios, documentación, disposición, etc.
- Haga todo lo posible por llegar a la sala con tiempo suficiente como para estar unos 10 minutos antes, solo, familiarizándose con el lugar. Evite prisas que le hagan empezar con tensión .
- Si el tener algo en la mano, le relaja, cójalo; siempre que lo manipule discretamente y con naturalidad.
- Empiece hablando despacio, respirando. Si se ha preparado las palabras con las que va a comenzar, le resultará fácil que surjan.
- Rompa poco a poco la distancia con los asistentes: agradezca su presencia, sonría, acérquese.
- Mire al grupo; al principio, mire a aquella persona que se muestra más receptiva, para ir logrando confianza y luego mirar al resto del grupo.
- Si en algún momento se equivoca o atasca, no se disculpe, cuanto más atención lo preste, más destacará el hecho y posiblemente vuelva a equivocarse. Frente a esto, ignórelo, o haga un pequeño resumen, etc. Piense que quedan muchos minutos por delante para contrarrestar y acéptelo como algo propio del inicio.